Claves de hidratación frente a las olas de calor
La hidratación es un pilar fundamental al tratar las altas temperaturas que el verano nos trae. Beber agua
regularmente, incluso sin tener sed, es esencial para mantener un funcionamiento óptimo de nuestro sistema
corporal. Los expertos recomiendan ingerir al menos dos litros de agua al día, cifra que debe incrementarse en
el caso de realizar actividades físicas o estar expuestos directamente al sol.
Además del agua, se pueden considerar otras bebidas que favorezcan la reposición de electrolitos, como
sucedáneos isotónicos o incluso infusiones frías que, además, aportan una sensación refrescante.
Es de vital importancia evitar las bebidas con alcohol y las muy azucaradas, ya que estas pueden
contribuir a la deshidratación.
Una alimentación acorde con las temperaturas elevadas
Durante la temporada estival, nuestros hábitos alimenticios deben adaptarse a las condiciones climáticas
extremas. Preferir alimentos ligeros y ricos en agua como frutas (sandía, melón) y verduras (pepino,
lechuga) ayudará a mantenernos hidratados.
Las comidas pesadas que implican un proceso digestivo más largo deben evitarse, ya que esto genera un aumento
en nuestra temperatura corporal interna. En su lugar, se pueden privilegiar platos fríos o a temperatura
ambiente como ensaladas y gazpachos, que además de ser frescos, son de fácil digestión.
Inclusión de alimentos ricos en electrolitos
No hay que subestimar la importancia de los minerales como el potasio, magnesio o sodio, necesarios
para una correcta hidratación. Algunas fuentes ricas en estos nutrientes son los plátanos, los aguacates, los
frutos secos y las semillas. Su inclusión en la dieta diaria puede ser de gran ayuda para prevenir el
agotamiento relacionado con el calor.
Métodos para mantener un ambiente fresco en espacios cerrados
A medida que el termómetro asciende, es crucial saber cómo mantener una temperatura agradable en nuestros
hogares y lugares de trabajo. Usar cortinas opacas o persianas que impidan la entrada directa del sol
durante las horas más calurosas reduce significativamente la temperatura interior.
En cuanto a la ventilación, es preferible realizarla durante la madrugada o al anochecer, cuando las
temperaturas descienden. Los ventiladores pueden ser útiles, aunque estos deben colocarse estratégicamente para
mover el aire fresco y no simplemente recircular aire caliente. Por otro lado, el uso de aire acondicionado
debe ser responsable, ajustando la temperatura entre 24 y 26 grados para una eficiencia óptima.
Otras medidas como el uso de láminas reflectantes en ventanas o plantas que proporcionen sombra también
contribuyen al control del ambiente térmico.
Protección solar y estrategias para enfrentar el calor extremo
Protegerse del sol no se limita al uso de protector solar, aunque este es un componente indispensable al
salir al exterior. La ropa adecuada también juega un papel importante; se recomienda usar prendas
claras, ligeras y holgadas que reflejen la luz solar y permitan la transpiración.
Además, no se debe olvidar el uso de accesorios como sombreros o gorras que protejan la cabeza, y gafas de sol
con filtro UV para cuidar los ojos. Buscar la sombra y evitar la exposición directa al sol, sobre todo entre
las 10:00 y las 16:00 horas, momentos en que la radiación es más intensa, es crucial para minimizar los
riesgos de un golpe de calor.
Signos de alerta ante un golpe de calor
Conocer los síntomas de un golpe de calor puede salvar vidas. Algunos signos de alerta incluyen:
- Sensación intensa de sed.
- Dolor de cabeza.
- Náuseas o vómitos.
- Mareos o desmayos.
- Aumento de la temperatura corporal.
- Fatiga excesiva.
- Pulso rápido y débil.
Ante la presencia de estos síntomas es necesario buscar atención médica de inmediato y realizar medidas
de enfriamiento corporal como refrescar el cuerpo con agua o mudar la persona a un lugar más fresco.
